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apague su TV. Vol. 8 | Col. Guerro

El primer día que visité la Colonia Guerrero, estaba sicológicamente preparado para adentrarme en cualquier arrabal de Irak. Déjenme explicarme: la Guerrero es una de esas colonias sobre las que todo el mundo te advierte al llegar México: ten cuidado. No es un lugar para extranjeros. Es peligroso. No vayas solo. No camines en la noche. Lleva un perfil bajo. No vayas. Todos esas advertencias rondaban mi cabeza cuando crucé el Paseo de la Reforma y pisé por primera vez esa colonia.

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apague su tv Vol. 6 | desde las alturas

Siempre lo había sospechado: el vientre de la ciudad monstruo es un mar de techitos que se pierde en la inmensidad del horizonte; el pasado domingo tuve la certeza. Permítanme explicarme. El domingo fue uno de esos raros días de la época de lluvias en que el cielo está tan despejado que puede verse todo el valle de México. Desde el amanecer, la mañana prometía cielos azules y radiante sol; por lo que fue irremediable ir al centro y subir alto. Una vez en las alturas uno puede ver como las montañas quedan enmarcadas arriba por el cielo y abajo por una ondulante masa de techitos que parecen perderse más allá de donde alcanza la mirada. Como si uno hubiese dejado por un momento lo terreno.

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apague su tv Vol. 5 | arte vivo

Desde hace mucho tiempo estoy convencido que el museo es una morgue donde uno puede ir a visitar cadáveres bellos e ilustres. Algo así como las momias de Guanajuato pero de famosos. En principio no es critica. La función del museo es conservar, documentar y archivar aquellas obras y autores dignas de ese respeto. Asegurarse de que sus cadáveres estén siempre en perfecto estado de conservación y preservar en ellos la expresión de una época para el disfrute de todas las generaciones futuras; el arte vivo debe estar en otro lado.

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apague su tv Vol. 4 | No es espectáculo para posturetas

l gusto por la poesía es algo difícil de disimular. Cualquiera te aceptará una invitación a un concierto, el teatro es un plan que se espera con deseo. Nadie tendrá problema en pasear, gustoso, 45 minutos por una exposición de arte contemporáneo charlando ­–ligando– entre cuadro y cuadro mientras disimula su perplejidad. Pero la pose intelectualoide tiene un límite: la poesía. 

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apague su tv Vol. 3 | jack boner and the rebellion


Nunca me he sentido cómodo con los poemas que incluían la palabra verga. No importa la acepción (polla, nabo, carajo, nastro, etc.) siempre he sospechado que usar esta palabra es una manera fácil de escandalizar para ocultar cierta falta de talento. Con el tiempo, además, lo soez se ha vuelto un lugar común de lo independiente. Como si para salir del redil bastase con mencionar alguna versión puberta de caca, pedo o culo. Hasta ahora, aparte de una adolescencia Bukowskiana, todos los ejemplos reafirmaban esta idea; hasta que el pasado jueves fui a la presentación del poemario jack boner and the rebellion de José Eugenio Sánchez.

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apague su tv Vol. 2 | Libros al margen

Voy a hacerles una pequeña confesión. Desde niño, nunca he logrado gastarme en una librería el dinero que tenía asignado. Siembre acabo haciendo compras compulsivas. Reconozco ese defecto pero cuando un amigo me invitó a la a V Feria del Libro Independiente asumí que sería diferente. En realidad no iba a comprar libros sino a conocer editoriales. Así que entré en la librería Rosario Castellanos con la firme intención de no comprar más que un poemario que ya tenía visto.
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apague su tv Vol. 1 | Dialogo con los fantasmas

Las casas abandonadas siempre me provocan un escalofriante repeluco. Yo no creo en los fantasmas. Nunca he creído. No creo que nadie se moleste en volver del otro lado para hacer ruidos en los armarios o caminar en los desvanes. Pero tengo una imaginación muy productiva y nada la excita más que una casa abandonada. Supongo que no soy el único. La gente de White Spider Project debieron pensar lo mismo cuando se propusieron hacer Memorias Flotantes.

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apague su tv Vol. 0 | de aquellas aguas estos lodos

Exupery dice en el principito que cuando era niño vivía en una casa que encerraba, según una leyenda familiar, un tesoro que nadie encontró. Ese tesoro hacía especial aquella casa. Desde que llegué en 2008 esa fue mi sensación con la ciudad de México. No podía ser de otra manera. En una ciudad tan grande con tanta gente pasando diario por sus calles debía ocurrir cualquier cosa que uno se imagine. En febrero de 2014 comencé a recorrer la ciudad con mi cámara en un proyecto editorial. Fue fascinante corroborar la sospecha: la ciudad monstruo encierra miles de tesoros escondidos: un miércoles cualquiera es terreno fértil para la poesía; en cualquier barrio, incluso en los más bravos, hay un lugar único esperando a ser disfrutado un lunes y en cualquier momento hay alguien tratando de expresarse en algún local o en la calle u a gritos desde una azotea. En fin, cualquier cosa que uno se pueda imaginar.

Cuando comencé a descubrir estos secretos quedé enganchado; ahora no puedo dejar esta adicción, por lo que decidí seguir recorriendo esta ciudad con mi cámara y acompañar las imágenes, yo mismo, de palabras.

Les invito a apagar su tv escudriñar juntos la ciudad monstruo. Quién sabe a dónde nos llevará.