Texto: Jaime Alfonso Sandoval | Ilustraciones: Manuel Monroy | SM | 21 x 14 cm | 64 pp.
Tomás tenía tres palabra favoritas: “futbol”, “Hamburgesa” y su más preferida: “luego”, la usaba tanto que casi la había gastado. Servía de respuesta para casi todo: —Tomás, haz la tarea. — ¡Luego! —Tomás, vete a bañar; lavate los dientes; alimenta a la tortuga; hora de dormir; cómete ese brócoli. La respuesta de Tomás siempre era la misma —¡Luego! No era una respuesta al azar, ¡la vida del niño moderno está llena de ocupaciones! Ocupaciones, que le impiden, sobre todo, ordenar su cuarto. Como se sabe, el cuarto de un preadolescente es un espacio que tiende irremediablemente al desorden según las leyes de entropía del universo y que continuará así hasta que una fuerza de la naturaleza impone su mandato: — “No vas a salir hasta que limpies tu cuarto”. A partir de este momento, la historia se vuelve una aventura gracias a la intervención de un genio pirata, quien llevará al absurdo las consecuencias de haber dicho demasiadas veces —“¡Luego!”

El genio pirata, de Jaime Alfonso Sandoval, no tiene moraleja ni mandatos condescendientes; deja que las cosas caigan, literalmente, por su peso; que las consecuencias, aunque fantásticas, sean patentes y que los chicos saquen sus propias conclusiones. Nadie aprende en cabeza ajena. No importa cuantas veces le adviertas a un chico, debe descubrirlo por sí mismo, aunque sea recreando la aventura de Tomas.

Si el tiempo previo a la aventura estuvo marcado por el eterno posponer de los “¡Luego!” de Tomas; Una vez comienza la acción, el ritmo lo marcan las visitas de la madre, que cada cierto intervalo pregunta detrás de la puerta — “¿cómo vas?” con esa frase se rubrica cada desastre que ocurre dentro de la habitación y al que la madre es ajena, ofreciendo un in crescente sentido de urgencia: oh! la madre entrará en cualquier momento y el desastre es cada vez más grande y difícil de resolver. Sin embargo, el final es simple, bastaba dejar de posponer, hacer las cosas y terminar, justo a tiempo, un segundo antes de que la madre pierda la paciencia y abra la puerta para encontrar un cuarto ordenado y reluciente.

El texto de Sandoval es amplio, jugoso y está escrito con un fino humor solo apto para chicos que están en ese pequeño lapso en que dejarán de ser niños para siempre. Por eso, a modo de transición, la edición nos ofrece letra grande, muchas páginas con más de la mitad de texto y, en la otra mitad, las ilustraciones de Manuel Monroy. Ilustraciones complejas y elocuentes, que más que acompañar el texto lo subrayan. Monroy Refuerza el tono de la historia con un estilo que recuerdan, aún, a los dibujos escolares sin caer en infantilismos y sin concesiones: a pesar de lo fantástico, las cosas son como son y cualquier poder mágico solo las empeorará.
Un libro perfecto para ilustrar qué pasa cuando se acumulan los —“¡Luego!”
SM | Gandhi e-pub | El sotano | porrua e-pub