La cabeza en una bolsa
28 pág. | 28 x 22 cm | álbum ilustrado.
Adela es una mujer tímida. Tan, tan tímida que solo se atreve a salir con la cabeza metida en su bolsa de mano. Así, va cada mañana al trabajo: desde dentro de su bolsa oye el paso de otros transeúntes, imagina que son damas distinguidas y gerentes con prisa; así, desde dentro de su bolsa, escucha el cua-cua de los patitos de plástico y retira los que no están afinados. Solo se da un gusto: sale los días que hay más viento para que aire inunde su bolsa. Siempre así, imaginando, sin ver, lo que ocurre a su alrededor. Adela solo le tiene miedo a una cosa: el silencio.
La cabeza en la bolsa más que una historia es una alegoría sobre quienes tienen miedo de enfrentarse al mundo. Marjorie trata a Adela con cariño y delicadeza, no nos muestra sus miedos, no se regodea en sus fantasmas ni en las razones de Adela para llevar la cabeza en una bolsa; su impulso es más sutil: mientras el texto narra la vida que lleva la protagonista las ilustraciones nos muestran el mundo que ella no puede ver. De este modo, texto e ilustración —ambos de la autora– se complementan para que, sin necesidad mencionarlo, crezca en nosotros la impaciencia por que Adela saque la cabeza de la bolsa. Pero, no podemos hacer nada: Adela tiene su propio ritmo que nosotros, espectadores silenciosos, no podemos acelerar. Tendremos que esperar que surja el silencio.
El silencio es quien provoca que Adela llore, que llene su bolsa de lágrimas y, que de estas, nazca un jardín secreto. Esto le hará sacar su cabeza de la bolsa y ver lo que antes solo escuchaba: poner sonrisas a las voces, descubrir las manías de sus vecinos, las miradas cariñosas de los otros; descubrir, como reza al final del libro, que los otros son un mundo y son todo un jardín.
Un libro para enseñar (y aprender) a dominar la timidez y exponer a los demás un poquito de lo que tenemos dentro; Bueno, no a todos, solo a quienes sabrán cuidar de uno.
donde conseguirlo: FCE el sótano