¿Nos regalarán los bots manzanas eléctricas?

En los próximos años, viviremos en casas impresas en 3D, veremos programas con guiones escritos por Bots y mandaremos a coches autónomos a recoger a nuestros hijos al entrenamiento de fútbol. Toda esta tecnología ya está disponible y solo está en proceso de legislación y revisión de su impacto en la sociedad. Asusta pensar que en el futuro las máquinas podrían hacer la mayor parte de los trabajos de la clase media.

El gran salto para tener disponible esta tecnologías no han sido cuestiones mecánicas, la mayoría de estas máquinas son pequeñas modificaciones de máquinas ya existentes: el gran salto se ha dado gracias las inteligencias sintéticas: máquinas capaces de percibir, de recordar y de tomar sus propias decisiones; pero, sobre todo, máquinas que aprehenden el conocimiento acerca de su entorno. La pregunta que está el aire: ¿dónde trabajaremos los humanos? y nadie, incluso yo, se atreve a responder por miedo a una respuesta políticamente incorrecta.


Máquinas que aprenden. Las implicaciones para la sociedad son muchas pero para la educación son aún más. Los bots no vendrán a aprender a la escuela, ni nos regalarán manzanas eléctricas. Los bots serán programados para ser autodidactas. Esto ya ocurre mientras hablamos: Facebook, aprende de mis gustos y filtra las publicaciones de mis amigos (y anuncios pertinentes) con base en los mensajes que me gustan. Google lee mis correos para avisarme si mi vuelo va retrasado o si tengo salir antes de lo previsto por qué notó que estoy más lejos de lo habitual; y mientras escribo estas líneas hay un corrector que ha aprendido las palabras que uso con más frecuencia y me las sugiere o bien las corrige si las que escribo mal.

La paradoja es que vivimos en un mundo donde programamos máquinas autodidactas para gestionar nuestros asuntos más íntimos; y le pedimos a las personas que demuestren haber sido entrenados por otros para realizar los asuntos más triviales. Aquí está el error.


¿Qué espacios nos queda a los seres humanos?
La respuesta es la más obvia: a los seres humanos nos queda aquello que no pueden hacer las máquinas: inventar y crear (en su forma más pura) y empatizar con otros seres humanos. Incluso en el futuro, habrá trabajos que no querremos dejar a las máquinas p.e. no quiero un enfermero robot me sostenga la mano en el lecho de muerte. Pero esto es harina de otro post.


Sin embargo hay esperanza: Al contrario que en otras épocas, la tecnología no está solo en manos de unos pocos con los medios para producción.  Google, Microsoft, IBM, amazon y muchas otras tienen APIs abiertas. Por lo que cualquiera que sepa programar puede utilizarlas para programar Inteligencias Sintéticas Autodidactas, listas para nuestro servicio personal.

Claro, las habilidades necesarias para aprovechar estos recursos, tradicionalmente, no han sido consideradas básicas por los sistemas educativos, dejando la programación, la robótica, la informática o la computación a las ciertas carreras técnicas o, en el mejor de los casos, a unas pocas asignaturas extraescolares con carácter introductorio y vocación accesoria.

Hay que dar un paso atrás y ver el cuadro completo, incluso en el futuro las máquinas de necesitarán de humanos que empaticen con las necesidades de otros humanos y programen bots de manera creativa para solucionarlas. Es el momento de que las personas dejemos de aprender a realizar tareas y aprendamos a programar tareas. Que dejemos de ser objetivos y empecemos a ser emocionales.

Es momento de ponerse creativo y dejar ser competentes. No se asusten, no estoy defendiendo la incompetencia, lo que quiero decir es que es momento de dejar de expedir certificados que declaran competentes a los humanos para hacer tareas mecánicas y les enseñemos a ser empáticos, a ser creativos, a ser autogestionados y, sobre todo, formemos humanos autodidactas, capaces de enseñarse a programar máquinas competentes. Ellas serán quien hagan todo el trabajo duro.